Esos pequeños telescopios injustamente olvidados
To GOTO or not to GOTO
Cada vez que dejas de usar el GOTO te abres al conocimiento del cielo.

El arte de rastrear estrellas

Por AAC

Como parte de la labor divulgativa, que se encuentra entre sus objetivos, la AAC en colaboración con la revista Astronomía ha redactado una series de artículos para la introducción a la observación astronómica con pequeños telescopios.

Está dirigida a aquellos que atesoran uno de estos instrumentos en su trastero, boardilla, como un trasto más tristemente almacenado, sin uso; salvo las primeras veces que, tal vez, lo intentaron usar y quedaron decepcionados.

Con cualquier telescopio, por pequeño que sea, se puede practicar astronomía. Tan solo se ha que tener en consideración algunos detalles y unos pocos de conocimientos que nos harán disfrutar de ese pequeño telescopio que nos acabará sorprendiendo lo que es capaz de mostrarnos.

Son artículos destinados, por tanto, a usuarios que poseen un pequeño telescopio sin montura GOTO o que quieren prescindir de él. No estamos en contra del uso del GOTO, tan solo aconsejamos (si lo tienes) apagarlo de vez en cuando para que disfrutes del anciano Arte de Rastrear las Estrellas. 

Esperamos que os guste.

El otro día en un comercio dedicado a la venta de productos electrónicos y electrodomésticos, cuando intentaba angustioso completar las compras de los últimos regalos de Navidad, en medio de la riada de gente desbocada en esa masiva locura del consumismo forzado, me llamó la atención una situación «normal» que para otros hubiera pasado inadvertida.

Unos padres estaban decididos a comprarle un pequeño telescopio a  su hijo y pedían consejo a una agobiada dependienta que, justo acababa de aconsejar a una señora cual era la plancha del pelo más adecuada.

Me fue imposible, de forma disimulada,  no sucumbir a la tentación de escuchar (la palabra correcta es “cotillear”) aquellos consejos de aquella dependienta que, saltaba a la vista de cualquiera con un mínimo conocimiento sobre instrumentación astronómica, no tenía ni idea del tema. Esa percepción no fue captada por los padres compradores, que con toda su buena intensión anhelaban por fin haber  encontrado el mejor regalo para su hijo. Sinceramente, no creo que la mala información que emanaba de la dependienta tampoco fuera mal  intencionada, la mujer hacía lo que podía mientras de reojo veía como la cola de clientes con dudas sobre otros productos aumentaba por segundos: unos con una caja de un secador en la mano, otros que lanzaban miradas dubitativas a los televisores planos, otros con un GPS…

Por un momento se me cruzó la mala idea de intervenir y decirles a los padres: «aplace la compra del telescopio, pásense ustedes o su hijo por nuestra Agrupación Astronómica. Le aconsejaremos sobre el telescopio más adecuado para él. Incluso podrá experimentar a observar con los nuestros, quizás su hijo descubra que la Astronomía no le apasiona tanto como creía, o quizás sí». Por suerte no lo hice, algo me dijo: no te metas donde no te llaman, están buscando “un regalo”, no el telescopio más adecuado.

La probabilidad de que ese telescopio acabe abandonado entre una pila de trastos es, ojalá me equivoque, alta. Si no ese en concreto u otro; uno de cada tres, o de cada cinco, o de cada diez, no sé la estadística exacta. Los cierto que intuyo que no son pocos los trasteros en los que yacen algún pequeño telescopio, usado una, dos o tres veces como mucho, y abandonado después de comprobar que no muestran las imágenes tal como las del Hubble Space Telescope que se ven en Internet. Entonces alguien emite el solemne fallo: «es un telescopio malo, lo único que he visto con él es la Luna». Y la condena es el olvido y la reclusión en alguna esquina del trastero hasta… quizás la próxima limpieza.

Sin embargo, estos pequeños telescopios pueden dar muchas satisfacciones si se saben usar y si se sabe apreciar lo que a través de ellos se puede ver (que no es poco). A ellos están dedicados esta serie de artículos, así que corra a su trastero, desempolve ese telescopio olvidado, vamos a exprimirlo al máximo.

Hace años un amigo nos relataba entusiasmadamente una de sus hazañas cuando practicaba  su pasión, la caza menor: “… me fui al campo, al lugar previamente elegido, horas antes de que amaneciera. Permanecí sentado en una roca, inmóvil todo el tiempo, con la escopeta bajo el brazo. Por fin se hizo el alba, los conejos empezaron a salir de sus madrigueras. Me veían, veían el bulto que formaba mi capa, el cañón de la escopeta que sobresalía pero me tomaban como parte del entorno; no se percataban del peligro, no se asustaban ni siquiera cuando oían la detonación del disparo. Uno tras otro fueron cayendo”. El resto de adolescentes le replicábamos en torno burlesco: “qué afición tan tonta, que incomodidades innecesarias, pasar sueño, y frío; con la fácil que es ir a una carnicería y comprar la carne”.

La respuesta de él, que la pasión le cegaba como para no percatarse de la ironía de los comentarios, siempre iba en la misma línea: el placer que le reportaba la actividad cinegética, de hecho nos insistía que la captura de la pieza le daba mucho más placer que su degustación.

Los que vivimos una afición le entendemos, si no pregúnteles a los que hacen colas de horas para ver jugar a su equipo de fútbol favorito in-situ en el estadio cuando podrían verlo cómodamente del sofá de su casa.

La afición a la astronomía tiene similitudes con la afición a la caza (y con otras), y no sólo en lo de pasar frío y perder horas de sueño, las piezas deseadas son esos objetos estelares no visibles a simple vista: esquivas galaxias o nebulosas  que a través de un pequeño telescopio solo se ven como débiles manchas lechosas, cúmulos globulares o abiertos, planetas más allá de Júpiter, asteroides, etc.

Hoy en día se venden telescopios con monturas computerizadas  (telescopio GOTO) de tal forma que privan (perdón quería decir “ahorra”) al astrónomo aficionado la apasionante fase de la búsqueda del objeto a contemplar. Sin embargo, hay muchos astrónomos aficionados que aun disponiendo de esa tecnología prefieren, aunque sea de vez en cuando, practicar la búsqueda propia de objetos celestes, sin ninguna motivación para ello, salvo el placer (que no es poco) de “cazar a la pieza”. Es comparable a un pescador que realiza su afición cuando en realidad podría obtener mejores ejemplares y de forma más cómoda comprándolo en la pescadería del barrio.

Hace años, cuando aparecieron los dispositivos GOTO hubo un debate en la comunidad de astrónomos amateurs, los contrarios decían que le quitaban el encanto a la astronomía de afición. Hace tiempo que este estéril debate quedó atrás. No hay ningún motivo  para que el que quiera, y se lo pueda permitir, compre y disfrute de un telescopio GOTO. Sin embargo, deberá tener en cuenta que:

  • Los dispositivos GOTO evitan la práctica de la búsqueda de objetos celestes. Se da el caso de no pocos aficionados a la astronomía que propietarios de un equipo caro, sin embargo, no saben reconocer, ni siquiera, muchas de las constelaciones.  Se crea una dependencia total de estos dispositivos. La recomendación de los amateurs experimentados es unánime: la mejor forma de conocer el cielo es prescindir al principio de dispositivos automáticos de búsqueda. Una vez adquirido los conceptos básicos se pueden utilizar sin ningún reparo.
  • La montura computerizada encarece mucho al telescopio. Algunos fabricantes compensan el precio reduciendo la calidad óptica.

Ya sea por porque aún no se ha permitido comprar una montura robotizada, por romanticismo o por adquirir conocimiento del cielo, el rastreo de estrellas para la localización de objetos celestes le será un placer cuyo esfuerzo se recompensará con la recreación en la belleza del objeto “cazado”.

En esta serie de artículos se irán desgranando las técnicas, exponiendo los conocimientos necesarios y dando consejos para introducirle al apasionante mundo de la observación astronómica “tradicional”.

Empezaremos la serie con un artículo dedicado a la instrumentación. Pero, a pesar de que la serie está enfocada a los  pequeños telescopios, empezaremos con los prismáticos.

Estos instrumentos suelen ser ignorados por los que empiezan en el mundo de la observación Astronómica. Por el contrario, los aficionados experimentados conocen de lo útiles que llegan a ser.

En el artículo abordaremos las ventajas que tienen estos instrumentos para la observación y qué características deben reunir si se quieren usar para la práctica de la Astronomía.

Los prismáticos ofrecen una oportunidad para practicar la astronomía en grupo. En la foto uno orienta al resto con un láser verde.

En esta foto se ve la Gran Galaxia de Andrómeda (M31) ¿La ves?
Cartes du Ciel

Es un software de Astronomía en general desarrollado inicialmente por Patrick Chevalley en 2002 con licencia GNU y, por tanto, gratuito. Lo puede usar tanto para representar al firmamento como para controlar un telescopio computerizado. Además de esas funcionalidades, en donde supera en mi opinión (también “en mi opinión” aún le quedan algunos aspectos en los que se podrían mejorar) a otros programas de planetario es en la generación de cartas estelares impresas.

En este artículo explicamos de dónde obtener y como instalar y configurar el programa de astronomía Cartes du Ciel.